Reflexiones para tí.

Uza

Al llegar a la parcela de Nacón, los bueyes tropezaron; pero Uza, extendiendo las manos, sostuvo el Arca de Dios. Con todo, la ira del Señor se encendió contra Uza por su atrevimiento y lo hirió de muerte ahí mismo, de modo que Uza cayó fulminado junto al Arca. 2 Samuel 6:6, 7.

Estoy de acuerdo con David. Él se enojó con Dios por la muerte de Uza. Yo también. Lo único que Uza quiso hacer fue ayudar para que el Arca, el símbolo más sagrado de la presencia de Dios entre el pueblo de Israel, no se cayera al suelo. Él se esfuerza para hacer las cosas bien, en un clima de mucha alegría y alabanza, y Dios lo “premia” fulminándolo en aquel mismo lugar.

No entiendo. ¿Es mejor quedarse de brazos cruzados, mientras el Arca se cae o las cosas salen mal?
Vamos por partes. Uza es uno de los hijos de Abinadab; eso significa que estuvo con el Arca en su casa durante algunos años. No era un recién llegado a las cuestiones religiosas. Era el hijo de un sacerdote que conocía las claras órdenes divinas en relación con lo sagrado. Los dirigentes religiosos tienen una carga de responsabilidad mayor que las del resto. Dios pide de ellos en proporción a la luz que tienen.

Cuando estudiamos la historia de la muerte de Uza, descubrimos dos detalles que me parecen fundamentales para entender lo que ocurrió.

Primero: Uza actuó enfurecido. El sacerdote, en el medio del culto de adoración, se irritó porque el “programa” no salió como lo había planificado. No estaba en el guion, que él había preparado, que los bueyes tropezaran y pusieran al Arca en peligro. Dios no quiere un culto vacío; él desea un espíritu correcto para poder estar ante su santa presencia.

Segundo: el Arca del Testimonio (Pacto o Alianza) no era un mueble cualquiera. Los mismos ángeles de Dios que la habían sacado de territorio filisteo la acompañaban centímetro a centímetro rumbo a su nueva morada, por lo que nunca se podría caer de aquel carro.

Uza actuó con presunción impaciente, creyendo que la salvación estaba en sus pobres y débiles manos humanas, cuando fuertes y poderosas manos divinas estaban en el control. Mis buenas intenciones no pueden esconder mi falta de fe; mis buenas intenciones no pueden esconder mi desobediencia.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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